Tras ser denunciado por su padre a la Gestapo, Franz von Gerlach se alista en el ejército y se convierte en un torturador. A continuación, se encierra durante quince años en una habitación y vive aislado del mundo, sin más compañía que la de su hermana, para enfrentarse a un tribunal imaginario ante el que asume la responsabilidad de sus crímenes, de los de la Alemania nazi y de todos los del siglo XIX.